Las personas que me conocen saben que suelo ser alguien impulsivo. Pero nada está más lejos de la realidad; si realmente conviven conmigo, se dan cuenta de que soy una persona muy indecisa y suelo pensar mucho las cosas antes de animarme a hacerlas. ¿Pero por qué pienso tanto?
Creo que a nadie le gusta equivocarse. Los errores son esas cosas que tanto nos frustran y desesperan. Pero en serio, ¿cuándo vamos a darnos permiso para cometerlos?
Antes de entrar en materia, sé que muchas veces lo único que necesitamos es un estímulo para animarnos a hacer algo. Decimos que vamos a hacer ejercicio y lo postergamos; después nos ponemos la meta: “cuando sea lunes, inicio”. Tal vez pasen muchos lunes antes de hacerlo, o tal vez cambiamos de año y ese lunes nunca llegó. Pero llega un familiar, una amistad, algún evento, y nos importa muy poco si es lunes o miércoles; y entonces empezamos.
Así es con muchas cosas en nuestra vida. Algunas las hacemos cuando nos lo proponemos, otras solo las vamos postergando hasta que algo nos impulse a iniciarlas. Pero, ¿cuántas veces has comenzado algo importante y lo has dejado por una u otra razón? ¿Cuántas veces dejaste de leer, hacer ejercicio, beber agua simple, estudiar algún idioma, practicar algún arte? Y la pregunta realmente no es cuántas veces dejaste de hacerlo, sino ¿por qué no volviste a intentarlo?
Si lo vemos desde cierta perspectiva, queremos iniciar un libro y terminarlo. Es fácil, pero ¿en cuánto tiempo? ¿Cuántos días le vas a dedicar a ese libro? ¿Cuántas horas al día le vas a dedicar? ¿Al menos sabes cuál es tu velocidad de lectura? Si la sabes, ¿acaso conoces tu velocidad óptima de lectura? La velocidad a la que puedes leer de forma constante, sin cansarte, entendiendo todo lo que lees y a una buena velocidad. ¿Sabes los datos equivalentes de tu cuerpo al hacer ejercicio o al estudiar?
Todas las veces que has intentado hacer algo y has fallado, realmente nunca fallaste, al menos no si puedes volver a intentarlo. El problema surge cuando realmente te crees que has fallado, que no lo hiciste como te lo propusiste y que ya no merece la pena seguir. Déjame decirte que en esos momentos el problema fue la falsa creencia de que las cosas se logran de manera sencilla, como siguiendo una receta de cuatro pasos. Pero esa simplicidad no se aplica a todo en la vida.
Si lo vemos fríamente, el problema no somos nosotros; es el sistema que nos venden, el de hacer las cosas fáciles para triunfar. Porque, realmente, es la forma más simple de hacer dinero. Cursos, webinars, libros… hay de todo para recordarte que debes ser una persona productiva, próspera, exitosa, atlética, líder, emprendedora, empoderada. Pero, ¿cuándo será el momento de ser humano?
Si solo analizamos quiénes nos dicen que estamos fallando, son las mismas personas que nos venden sus recetas para el éxito. Antes de Ryder Carroll, eras feliz comprando agendas con motivos o diseños muy a tu personalidad. Antes de Marie Kondo, ¿cuántas cosas no coleccionabas solo por el gusto de tenerlas? Antes de James Clear, ¿qué tanto te preocupaba controlar las pequeñas acciones que hacías en tu día? ¿Cuándo tuviste que estar midiendo y tratando de controlar cada aspecto de tu tiempo, tu entorno, de tu vida en general?
No digo que esté mal tener orden y buscar ser mejores cada día, pero ¿a qué precio? Además, ¿cómo podemos lograr la perfección si tratamos de modificar todos los aspectos de nuestra vida al punto de olvidar quiénes somos? No es que procrastines, que seas una persona desordenada o que no seas firme… simplemente no te das el tiempo de conocerte y entender por qué dejaste de hacer algo. Si ya estás agotado, ¿por qué seguir corriendo? El problema no es descansar; el problema es creer que fallaste solo por descansar. El problema es creer que lo que dicen los “gurús del éxito” es realmente la verdad.
Te invito a que pienses en algunas cosas que querías lograr y que dejaste de hacer. ¿Realmente fallaste? Si analizas qué fue lo que pasó, te darás cuenta de que no fallaste; solo desconocías algún aspecto de ti. Ahora, con esa información, puede ser el momento de volverlo a intentar. Nunca será el momento para dejar de intentarlo, y créeme, con el tiempo te arrepentirás más de las cosas que no hiciste que de las que sí hiciste.
Tengo la manía de usar julio para iniciar proyectos, y para seguir con la costumbre, hemos hecho una remodelación a kajiinarumi.com.
De todas formas, puedes pasar a leer el El Diario de Kajii Narumi donde encontrarás algunos artículos de interés que iremos actualizando constantemente. Y sí, estoy hablando en plural porque somos mi unicornio azul y yo quienes estamos haciendo posible esta experiencia. Pero aun así, seguimos en búsqueda de más elementos para unirse al clan. ¿Tú qué dices? ¿Te unes?
Si este artículo te fue útil o inspirador, considera apoyarme con una donación o adquiriendo algo en mi tienda web.
También puedes seguir mi contenido en YouTube y suscribirte al boletín para recibir las próximas publicaciones directamente en tu correo.
Gracias por estar aquí.
Pórtate mal, cuídate bien, niégalo todo y finge demencia... Nos leemos hasta la próxima, chao.